Compostela: guardiana de las tradiciones irlandesas
Hace más de 800 años del registro del primer peregrino irlandés en Compostela y mucho han cambiado las motivaciones para hacer el Camino de Santiago desde entonces. En el siglo XII, con la invasión anglonormanda de telón de fondo, los irlandeses buscaban en el Camino varias salidas: el fin a la persecución religiosa, la curación de la lepra o ver los restos del apóstol.
En cada una de estas peregrinaciones, viajaban las raíces de Irlanda que, en muchos casos, quedaban para siempre en Compostela. Tanto es así que el Camino Irlandés se convirtió en una especie de corredor para salvar aquello que corría peligro; no solo personas, sino también elementos culturales. Tal es el caso del arpa irlandesa, uno de los instrumentos celtas de mayor calado, tomado como emblema nacional, que en el siglo XVII llegó a prohibirse por considerarse que incitaba al nacionalismo. Miles de arpas se quemaban en tierras irlandesas, por aquel entonces, con el fin de borrar su rastro. Con lo que no contaban es con el legado que el Maestro Mateo había dejado en el Pórtico de la Gloria (siglo XII-XIII) de la Catedral de Santiago; en esta obra magistral del Románico se aprecia un arpa románica, uno de los instrumentos más antiguos de la Humanidad, esculpida aquí según el modelo irlandés. Una obra con tanto detalle que sirvió como guía para poder seguir fabricando el instrumento celta por antonomasia.
Buscarla en la arquivolta del Pórtico de la Gloria es una forma también de culminar el Camino, reconociendo así la unión entre España e Irlanda a través de la cultura y los viajes que han ayudado a extenderla más allá de las fronteras durante siglos. Si además, te das un paseo porSantiago, descubrirás que Irlanda también está en otros puntos como el Pazo de Ramirás (siglo XVII y XVIII), sede del Antiguo Colegio de los Irlandeses, donde se formaba el clero irlandés.